lunes, 22 de agosto de 2011

LA COLONIA

La Colonia
A partir del siglo XVI las conquistas de los europeos -españoles, portugueses, ingleses y franceses- provocaron el derrumbe político y militar de las civilizaciones indígenas de América. Algunas de ellas, como la de las Antillas, desaparecieron totalmente. Otras más fuertes, como las de Mesoamérica y la región andina, sobrevivieron y lograron conservar muchos rasgos de su cultura, a pesar de la dominación a que fueron sometidas.
La conquista y la posterior colonización provocaron una gran destrucción material y humana. Sin embargo, también representan el origen de las modernas naciones de América, porque fue en esos siglos cuando se ocupó el territorio, se crearon las bases de una nueva cultura y se formó una población en la que se combinaron las influencias europeas, indígenas y africanas. De ahí surgieron, al paso del tiempo, los países independientes que hoy existen en nuestro continente.
La colonización de América no se desarrolló en una sola época, ni tuvo las mismas características en todas partes. En primer lugar se llevó a cabo la colonización española y la portuguesa y posteriormente se dieron la colonización inglesa y la francesa.
La colonización española
Los españoles se establecieron a lo largo de casi tres siglos en un vasto territorio, que va desde la alta California y Florida, en el actual Estados Unidos de América, hasta el extremo sur de América.
Los españoles impusieron a sus colonias la religión católica, su idioma y las leyes de su país. Los territorios colonizados eran considerados un dominio de los reyes de España, quienes designaban a las autoridades que debían gobernar las colonias. También cambiaron poco a poco las formas de vida y las costumbres. La mezcla de influencias culturales produjo algo nuevo, que ya tenía rasgos propios. Aun quienes descendían de europeos, pero habían nacido y crecido en estas tierras, se sentían más americanos -como se llamaba entonces a los habitantes del continente- que españoles.
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México Virreinal
A la caída de Tenochtitlan, los antiguos dominios mexicas quedaron bajo el mando de Hernán Cortés, a quien el emperador Carlos V nombró Capitán General. Sin embargo, la ilimitada ambición de éste y los abusos cometidos por sus colaboradores, convencieron al monarca de que era necesario establecer un gobierno más disciplinado en los dominios a los que se llamó Nueva España. Primero designó un equipo de cinco hombres, denominado Audiencia, que sólo provocó más problemas. Finalmente decidió nombrar un representante directo de la monarquía, que gobernaría con el título de Virrey.
El Virreinato duró casi 300 años. En ese lapso hubo 3 virreyes, quienes encabezaban un grupo muy numeroso de funcionarios encargados de cobrar impuestos, mantener el orden y proteger el territorio y su explotación económica.

Las autoridades del Virreinato
En la Nueva España, la autoridad máxima era el virrey. Dirigía la política del Virreinato, veía que se hiciera justicia y administraba la economía; era el jefe del ejército y debía proteger a la Iglesia católica.
Además del virrey, había dos Audiencias o tribunales superiores que se encargaban de oír quejas de los pobladores, hacer justicia y asegurarse de que las leyes se cumplieran. Una estaba en la ciudad de México y la otra en Guadalajara.
Los alcaldes mayores gobernaban en los pueblos de indios, y los corregidores en los de españoles. Las autoridades más importantes en las ciudades eran los cabildos o ayuntamientos. Este sistema de cabildos o ayuntamientos, que se mantiene en estos días, fue traído a la Nueva España por los conquistadores. A finales del siglo XVIII, la Nueva España fue dividida en intendencias, que fueron la base de nuestra actual división política en estados.
En un principio, la población española se concentró en el centro de México, pero muy pronto se extendió por los actuales estados de Michoacán y Jalisco y siguió hacia el norte por la costa del Pacífico. Los españoles ocuparon la región zapoteca y mixteca y siguó después la difícil conquista de la península de Yucatán y el sureste montañoso, venciendo la decidida defensa de los pueblos mayas.
A mediados del siglo XVI los españoles encontraron ricas vetas de plata en Zacatecas y Durango, lo que estimuló la exploración y la conquista del norte de México y más allá del río Bravo, muy adentro del actual territorio de Estados Unidos de América. La resistencia de las tribus nómadas de esa enorme región dificultó la colonización estable. Por eso, las fronteras del norte de Nueva España fueron imprecisas por mucho tiempo, hasta que fueron fijadas en 1786. La colonia tenía entonces una extensión de cuatro millones de km², el doble de la actual superficie de México.
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La conquista espiritual
La conversión de los indígenas a la religión católica y la eliminación de las antiguas creencias de los pueblos mesoamericanos era un propósito al que los españoles daban tanta importancia como a la dominación militar. Por eso se dice que, junto con las acciones guerreras, hubo en Nueva España una conquista espiritual.
Inmediatamente después de la derrota azteca, llegaron a la Nueva España grupos de sacerdotes católicos. Pertenecían a órdenes religiosas de misioneros, es decir, a grupos que tenían organización y disciplina propias, cuya  tarea era la de extender la religión entre aquellos considerados infieles o idólatras.
Las órdenes religiosas que llegaron primero a la colonia fueron las de los franciscanos, los dominicos y los agustinos. Entre los misioneros había ideas distintas sobre la forma de convertir a los indígenas. Unos pensaban simplemente en destruir los templos, prohibir los antiguos rituales y castigar a quienes insistieran en practicarlos. Otros creían que era necesario convencer a los indígenas mediante la prédica y el ejemplo; para lograrlo deberían conocer la lengua y las costumbres de cada pueblo y tratar humanamente a las personas.
Estas diferencias provocaron conflictos dentro de la Iglesia católica y frecuentes enfrentamientos entre los defensores de los indígenas, por un lado y, los colonizadores y el gobierno español por el otro.
Gran parte del conocimiento que tenemos sobre las culturas indígenas de la época de la conquista se lo debemos a los misioneros. Aprendieron las lenguas, escribieron diccionarios y recogieron información valiosa sobre el saber y las formas de vida prehispánicas.
Numerosos grupos de indígenas se resistieron a abandonar sus creencias, pero al paso del tiempo el catolicismo se arraigó en la población india y mestiza. A los rituales religiosos se incorporaron formas de celebración y de culto, que tienen su origen en las tradiciones antiguas y que dieron al catolicismo popular una personalidad propia.

LA SANTA INQUISICION
En 1571, mientras en Europa se desarrollaban las guerras de religión, se extendió en la Nueva España la actividad del Santo Oficio de la Inquisición. Esta organización tenía como fin investigar y castigar, con métodos muy crueles, a todos aquellos que no eran fieles católicos. Aunque en la Colonia la acción de la Inquisición fue menos violenta que en España, provocó abusos y temores hasta que fue suprimida.
La Iglesia católica fue un elemento central en la vida de la Colonia. La educación dependía de ella, así como hospitales y hospicios. Los impresionantes templos y conventos que fueron edificados en todas las poblaciones novohispanas son muestra del poder y difusión alcanzados por la religión.
También en las actividades económicaas tenía la iglesia un papel importante. El diezmo, impuesto recibido por las autoridades religiosas, así como las donaciones hechas por la monarquía y por los creyentes, dieron a la iglesia grandes capitales, que otorgaba en préstamo a los individuos y aun al gobierno. Asimismo, acumuló numerosas propiedades en las ciudades y en el campo, que como no se podía vender, crearon un acaparamiento poco productivo, lo que provocaría serios problemas durante el siglo XIX.
Economía, agricultura y ganadería
Aunque la minería era la fuente más buscada de riqueza, la mayoría de los habitantes de Nueva España se dedicaban a la agricultura y la ganadería. De ellas se obtenían alimentos para la población y productos para comerciar con Europa y Oriente.
Había grandes diferencias entre la agricultura practicada por los españoles y la de las comunidades indígenas. Los españoles explotaban grandes extensiones de tierra, las haciendas, compradas o recibidas como donaciones del monarca. Al principio de la Colonia los grandes propietarios hacían trabajar sus tierras a grupos de indígenas recibidos en encomienda, a quienes supuestamente debían proteger y educar cristianamente, a cambio de tributos y trabajo gratuito. Cuando a mediados del siglo XVI se suprimió la encomienda y se prohibió la esclavitud de los indios, los propietarios obtenían trabajadores por salarios muy bajos.
En las zonas templadas, los españoles sembraban preferentemente trigo, pero a veces con maíz en surcos intercalados. Las regiones cálidas vieron surgir plantaciones de caña e ingenios azucareros y en menor medida plantíos de cacao.
La ganadería en gran escala también fue practicada por los españoles. Las planicies del Bajío y del norte fueron dedicadas a la crianza de reses, caballos, mulas y ovejas.

Esclavos negros Los esclavos negros trabajaban en el campo, las minas y el servicio doméstico.
Los indígenas fueron expulsados de las mejores tierras y tenían constantes problemas para conservar sus propiedades, lo que provocó rebeliones en distintos momentos de la época colonial. Sin embargo, subsistieron centenares de comunidades campesinas dedicadas sobre todo a los cultivos tradicionales de maíz, frijol y chile. De acuerdo con la antigua costumbre indígena, la tierra era propiedad de la colectividad pero cada familia era responsable por su trabajo y dueña de sus productos.
La mayor parte de la agricultura en Nueva España era de temporal. A años de buenas cosechas seguían con alguna frecuencia temporadas de sequías, causantes de escasez y hambrunas en las ciudades y el campo.
Observa que dos de los rasgos de la agricultura mexicana de los siglos XIX y XX se originaron en la Colonia: la concentración de tierras en pocas manos y la propiedad comunal de superficies pequeñas.


Economía. La minería
Contra lo que deseaban, los españoles no encontraron en Nueva España oro en grandes cantidades. En cambio, a partir de 1548 se descubrieron ricas vetas de plata en varios puntos del territorio. El metal produjo grandes riquezas y fue la principal fuente de ingresos para la monarquía de España.
Muchas ciudades se fundaron en las cercanías de las minas más ricas. Algunas siguen siendo poblaciones importantes, como Zacatecas, Guanajuato y Durango. Otras, al agotarse la plata, se convirtieron en pueblos fantasmas, llenos de elegantes edificios abandonados.
Las minas consumieron las vidas de miles de trabajadores. En ellas el esfuerzo era agobiante, los accidentes frecuentes y las enfermedades se presentaban tras unos cuantos años de labor.
Para mantener las minas en actividad sus dueños compraban esclavos, conseguían indios cautivos o se veían forzados a pagar salarios relativamente altos.
La extracción de plata produjo las fortunas más grandes de la Nueva España. Los mineros exitosos eran dueños de haciendas y palacios, compraban títulos de nobleza y exhibían su riqueza en toda ocasión. Pero el minero con suerte era uno entre miles. Los que fracasaban realizaban cualquier trabajo, o vagaban en busca de una nueva oportunidad. Algunos, que se habían enriquecido, lo perdían todo cuando la veta se agotaba y no po dían pagar sus deudas.




Economía. El comercio y la industria

Las actividades comerciales importantes, en especial las que se realizaban con el exterior, estaban controladas por los negociantes españoles y eran vigiladas por los funcionarios de la monarquía. La Colonia vendía principalmente plata, azúcar, cacao, pieles de ganado y maderas finas. En cambio compraba vinos, herramientas, telas finas y aceite de oliva.
La principal vía comercial era el camino que iba de Veracruz a México y de ahí a Acapulco. En aquella época la región que rodeaba a esos puertos era insalubre. Veracruz sólo tenía gran animación cuando llegaban las flotas de España, y Acapulco al recibir el famoso Galeón de Filipinas, que transportaba artículos de lujo de Oriente.
El crecimiento del comercio era obstaculizado por un gran número de impuestos que cobraba el gobierno colonial y porque todos los negocios con el exterior tenían que hacerse con la intervención de España. Además, la monarquía se reservaba el derecho de vender ciertos artículos, como el mercurio que era indispensable para la extracción de la plata.
La otra gran plaga del comercio fue la piratería marítima. Tanta era la audacia de los piratas, que el gobierno obligó a los navieros a enviar sus barcos en grupos y con escolta de buques de guerra.
La única industria que realmente se desarrolló en la Nueva España fue la textil. Se fabricaban telas de lana y de algodón en talleres llamados obrajes. Decenas de talleres fueron establecidos en las ciudades de la región central. Generalmente se empleaba a trabajadores cautivos, presos por algún delito o endeudados con sus patrones. De esa manera era difícil que escaparan a pesar de las duras condiciones de trabajo.
Política
En el siglo XVI España era el imperio más grande y poderoso del mundo. Tenía tantas tierras y tantas ciudades, que se decía que en sus dominios jamás se ocultaba el sol.
Entre los territorios españoles de América, los más ricos eran los virreinatos del Perú y de la Nueva España. Este último llegó a abarcar lo que ahora es México, más parte de los Estados Unidos de América y de Centroamérica.
Mantener un imperio tan grande era muy costoso. El emperador Carlos V y su hijo Felipe II, tuvieron que hacer frente a rebeliones en España, y sostuvieron muchas guerras en Europa. Construyeron palacios, iglesias y monasterios. Gastaron en la organización y la defensa de sus posesiones. A pesar del oro peruano y de la plata novohispana, el imperio vivía en bancarrota. Gastaba más de lo que recibía.

La Iglesia
La Iglesia católica tuvo pronto sus primeras diócesis, con sus obispos. Su deber era cristianizar a los nativos y atender las necesidades espirituales de los españoles.
En un principio, las tareas se dividieron. De las parroquias de indígenas se encargaban las órdenes religiosas, de la gente de las ciudades, el clero secular, el que estaba en los conventos. Con el tiempo, éste fue haciéndose cargo también de los pueblos de indios.
Como sabes, la Iglesia católica se ocupaba de la educación y de la asistencia social. Tenía colegios, hospitales, asilos y orfanatorios.
También en las actividades económicas tenía la Iglesia un papel importante. El diezmo, impuesto recibido por las autoridades religiosas, así como las donaciones hechas por la monarquía y por los creyentes, dieron a la Iglesia católica grandes capitales, que otorgaba en préstamo a los individuos y al gobierno. Asimismo, acumuló numerosas propiedades en las ciudades y en el campo, que como no se podían vender, crearon un acaparamiento poco productivo, lo que provocaría serios problemas durante el siglo XIX.


Antonio de Mendoza. Primer Virrey de la Nueva España.




La Sociedad

La sociedad novohispana estaba dividida en grupos, según el origen de las personas. Los españoles eran una minoría, pero poseían muchas tierras y casi todas las minas. Ocupaban los cargos importantes, en el gobierno y en la Iglesia. Participaban en el comercio. Dominaban a los indígenas, los criollos (hijos de españoles y de criollos), los negros y las castas, que eran el resultado de las diversas mezclas. La más abundante e importante era la de los mestizos, hijos de españoles e indígenas.
Sobre todo a finales del siglo XVI, los indígenas sufrieron epidemias. Hubo, además un enorme desaliento causado por la derrota, los trabajos forzados y la certeza de que su situación empeoraba.
Muchos perdieron sus tierras y tuvieron que trabajar para los españoles y criollos. Los que no vivían en los pueblos de indios trabajaban en haciendas, minas o en las ciudades como sirvientes, artesanos, o empleados en los obrajes. La esclavitud de los indígenas estuvo casi siempre prohibida, excepto cuando se rebelaban contra el gobierno virreinal; pero se practicaba con frecuencia.
Con todas estas adversidades, muchos indígenas murieron. Durante el siglo XVII la población de la Nueva España se redujo, faltaron manos para trabajar y la economía comenzó a decaer.
Al avanzar los novohispanos hacia el norte las tribus chichimecas de San Luis Potosí, Zacatecas, Aguascalientes, Coahuila, Durango, se mezclaron tanto entre ellas mismas y con los españoles y los indígenas del centro, que comenzaron a convertirse en ese pueblo mestizo que somos los mexicanos.
Más tarde llegaron africanos y asiáticos que contribuyeron a la variedad física de los mexicanos. Ese mestizaje no ha terminado. A México sigue llegando gente de muchos lugares. El mestizaje existe en muchos otros países.




Los Criollos

Los criollos constituyeron una minoría que fue creciendo y haciéndose cada vez más importante. Tenían tierras y minas; ocupaban puestos en la Iglesia, el gobierno y el ejército, pero no los principales, que deseaban tener. Esos cargos eran de los españoles peninsulares, los nacidos en la península ibérica.
Los criollos se interesaron en el pasado de esta tierra. También se dedicaron a las artes. Mandaron construir catedrales, iglesias, conventos y casas magníficas, verdaderos palacios. Esos edificios tienen hermosos adornos labrados en piedra, estuco y madera. Los puedes ver hoy en algunas ciudades del país.
Hubo grandes escritores criollos, como Sor Juana Inés de la Cruz y Carlos de Sigüenza y Góngora. Los dos amaban profundamente su tierra. A Sor Juana, una de las poetisas más importantes que han existido, le gustaba escribir de vez en cuando poesías en náhuatl. Don Carlos estudió intensamente el pasado indígena.
En 1648, el sacerdote criollo Miguel Sánchez difundió la devoción por la Virgen de Guadalupe, que según la tradición se había aparecido en 1531. Indios, criollos y mestizos se unieron en un gran culto que abarcaba completa a la Nueva España, esa nueva unidad de formación.

Las reformas del siglo XVIII

Al comenzar el siglo XVIII subió al trono de España la familia de los Borbones. Al imperio le faltaba dinero para sostener sus guerras y perdió posesiones, sobre todo en Europa. La falta de población había empobrecido sus dominios americanos, donde los criollos habían ido ocupando puestos cada vez más importantes.
Los Borbones redujeron la influencia de la Iglesia católica, y en 1767 expulsaron de sus dominios a los jesuitas. A los españoles establecidos en la Nueva España y a los criollos les quitaron los puestos importantes. En adelante los funcionarios vendrían de la península. Fomentaron las artes y la minería; en las minas más ricas, como las de Zacatecas, Taxco y Guanajuato, se hallaron nuevas vetas. México se convirtió en el productor de plata más importante del mundo.
Los Borbones aumentaron los impuestos y dividieron el Virreinato en intendencias, para facilitar su administración. Con el fin de sostener sus reformas crearon un enorme y costosos Ejército, que nunca había existido en la Nueva España.
Estos cambios reanimaron la economía, pero causaron malestar y rompieron el equilibrio social que a pesar de todo existía. La orden de los jesuitas tenía un papel muy importante en la educación de los españoles y los criollos. Eran un factor de unidad con España, que se perdió con su salida. Y la minoría educada por ellos protestó contra los nuevos funcionarios.
El trastorno social que significaron las reformas y las dificultades económicas del imperio fueron quizá las causas más importantes de la revolución de Independencia. La sociedad novohispana, basada en el dominio de los españoles peninsulares sobre los criollos, los indígenas, los mestizos, las demás castas y los negros, presentaba enormes desigualdades económicas, sociales y de educación. También las había entre las ciudades y el campo, y entre las distintas regiones. Estas desigualdades fueron otra de las causa de la revolución de Independencia.
Otra más fue el estancamiento en que España mantuvo sus dominios; la prohibición de fabricar muchas cosas, las trabas a la circulación de ideas y de gente, la censura contra la prensa. A finales del siglo XVIII comenzó a sentirse la influencia de nuevas ideas. Cada vez más personas ponían en duda que el poder de los reyes fuera un don divino. Surgió el romanticismo, que era una manera nueva de hacer música y poesía, y una manera nueva de vivir, en la cual uno de los valores supremos era la libertad.
Religión y cultura
Los sacerdotes españoles, y después los novohispanos, se opusieron a las religiones indígenas y difundieron el catolicismo. Hoy, la mayoría de los mexicanos son católicos, y esta religión es parte de nuestra herencia virreinal.
En la ciudad de México se establecieron la primera imprenta (1539) y una de las tres primeras universidades de América (1553); las de Santo Domingo y Lima son las otras dos.
La poetisa Sor Juana Inés de la Cruz es autora de poemas, obras de teatro y prosa que todavía seguimos leyendo. Su contemporáneo y amigo, el poeta, historiador y astrónomo Carlos de Sigüenza y Góngora fue un tenaz estudioso del pasado prehispánico y un avanzado científico.
Durante el siglo XVIII hubo un interés creciente por la ciencia. La medicina, la física, la botánica, la zoología, la geografía, la química, las matemáticas y la astronomía, tuvieron destacados representantes novohispanos. En ese tiempo empezaron a circular publicaciones periódicas, como la Gaceta de México, el Mercurio Volante, que fue la primera revista médica de América, La Gaceta de Literatura y el Diario de México.


Arte y ciencia
La Colonia

Seguramente la herencia artística más importante de la Colonia es la arquitectura. Miles de construcciones de aquella época existen en casi todo el territorio de México. Las hay de todos tipos: catedrales monumentales y templos modestos; palacios y edificios de gobierno; obras públicas, como acueductos y hospitales. En las ciudades y pueblos antiguos nos hemos acostumbrado a verlas como parte de nuestra vida diaria, pero hay que observarlas con cuidado para darnos cuenta de su belleza, la solidez de la construcción que ha permitido que resistan el paso del tiempo y el ingenio con el que sus constructores españoles e indígenas resolvieron complicados problemas de edificación.
En la Nueva España se introdujeron muy pronto dos medios indispensables para el desarrollo de la cultura: la imprenta y la universidad
Ambas existían desde el siglo XVI y ayudaron a crear posibilidades de aprender, discutir y difundir ideas.
Se desarrolló una cultura variada, con rasgos propios, que no era una simple extensión del arte y del saber cultivados en Europa. En la segunda mitad del siglo había ya historiadores, científicos, poetas y periodistas que expresaban el sentimiento de los criollos. Se hacen frecuentes las descripciones del paisaje de nuestra tierra, la recuperación de la historia prehispánica, las narraciones relacionadas con las costumbres, las leyendas y los personajes típicos de la Colonia. Algunos historiadores llaman "patriotismo criollo" a esta manera de sentir y de pensar, que ejercería una gran influencia al iniciarse el movimiento de independencia en la primera década del siglo XIX.

BIBLIOGRAFIA
De Wikilibros, la colección de libros de texto de contenido libre.
Historia de México/La Conquista y el Periodo Colonial



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